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TAYARI LAB
21.03.2022

Etnografía en conjunto

por: Nicolás Vallejo
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Estamos haciendo un experimento: invitar a gente de diferentes disciplinas a escribir sobre ellas y qué conocimiento buscan. Esperamos que este experimento crezca y se convierta en una especie de residencia de escritores. Queremos traer perspectivas frescas, ayudar a conectar ideas y que disfrutéis estas lecturas diferentes.
Nuestro primer residente es Nicolás, un antropólogo, y este es ya su séptimo post:

La tensión entre distancia y compromiso

Como ya mencioné en anteriores entregas, la etnografía es la herramienta metodológica que caracteriza a la antropología social. También en anteriores entregas, me refería la perspectiva ética de Eduardo Restrepo y se puso de manifiesto la necesidad que tiene el etnógrafo de reflexionar sobre la forma en la que lleva a acabo la recolección de investigación y el trabajo con sus sujetos de investigación. En esa misma línea, en esta entrega quisiera referirme a una forma de hacer investigación etnográfica y que implica totalmente al investigador con su sujeto de estudio. 

Según los preceptos clásicos de las ciencias sociales (que se desprenden del positivismo), el investigador siempre debe mantener una posición de objetividad que lo distancia de su objeto de estudio. Sin embargo, según algunas corrientes más contemporáneas de la antropología, el etnógrafo debe partir del hecho de que no está investigando objetos, por el contrario investiga a sujetos. Esta distinción que puede parecer irrelevante a simple vista implica tener en mente muchas cosas, dentro de las que quiero resaltar tres: Los sujetos de estudio tienen agencia sobre su vida (y por lo tanto su voluntad afecta a la investigación), los sujetos son dinámicos y por lo tanto los resultados de la investigación no son la última palabra, el trabajo con sujetos siempre va a estar sometido a contingencias. 

A partir de ese cambio de concepción aparece una nueva forma de hacer etnografía en el seno de las corrientes de antropología más politizada; es el caso de la antropología militante propuesta por el colombiano Luis Guillermo Vasco. Cuando este autor se dio cuenta de que compartía el horizonte político de los sujetos con los que hacía etnografía, la preocupación porque su posición no se viera permeada desapareció, en tanto él consideraba que al ser la misma, no se vería afectada en demasía. Lo anterior da lugar a que Vasco proponga la idea de “construir” la etnografía en conjunto con los sujetos. 

Esta idea de “construir” la etnografía implica un cambio en la utilización y la obtención de los datos. La obtención se produce de una manera más fácil, porque se plantea un diálogo entre el investigador y el sujeto en el cual, el primero ayuda a desnaturalizar los aspectos de la vida cotidiana que se quieren abordar, mientras que el segundo explica totalmente el sentido de dichas interacciones una vez desnaturalizadas, por lo que el rango interpretativo se reduce. El cambio de la utilización de los datos puede llegar a ser el más radical, ya que postulados como el de la antropóloga estadounidense Joanne Rappaport, sugieren que el producto final, es decir el texto etnográfico, debe ser realizado no sólo por el investigador, sino que el sujeto también debe plasmar su voz en él. 

Si bien es cierto, el anterior tipo de etnografía es muy atractivo en términos políticos al darle voz al sujeto de investigación (el cuál en muchas ocasiones suele ser un “otro” desde la perspectiva de occidente) en términos metodológicos también tiene ventajas. Como ya había mencionado en el párrafo anterior, el margen de interpretación (y por lo tanto de mal interpretación) de los datos disminuye cuando el sujeto de investigación es quien se encarga de explicar sus propios significados. Sin embargo, eso también plantea desventajas y es que la adopción de una agenda política implica que, de cierta forma, la investigación va a estar al servicio de esa agenda política, por lo que cabría preguntarse qué tanta imparcialidad se puede mantener a la hora de interpretar datos a través de un marco de análisis político determinado. 

Para finalizar quisiera dejar claro que, personalmente, no confío mucho en este tipo de investigación. Según mi perspectiva investigativa, los intereses del sujeto de estudio deben ser estudiados, no ser los encargados de determinar el horizonte que seguirá la investigación. De cualquier forma, también considero que las ventajas que presenta este tipo de investigación pueden ser utilizadas en otros tipos de análisis cualitativo, diferentes a la etnografía y seguramente encontrar gran éxito en ellos. 

Nicolás Vallejo

Mensaje de Tayari:

Este artículo hace parte de un experimento donde invitamos a personas de diferentes disciplinas a escribir sobre ellas y qué conocimiento buscan. Esperamos que este experimento crezca y se convierta en una especie de residencia de escritores. Queremos traer perspectivas frescas, ayudar a conectar ideas y que disfrutéis estas lecturas diferentes.

Aunque haya muchas diferencias entre una labor académica como es la antropología y la nuestra como consultores, nos gustaría hacer una pequeña reflexión. Desde nuestro enfoque, podemos decir que en algunos aspectos nos aproximamos más de las corrientes más contemporáneas de la antropología. Por ejemplo, tomamos como dado que las personas de las organizaciones tienen su propia agencia o voluntad y por eso afectan también a nuestra intervención. Independientemente que se encuentren más o menos motivadas para el cambio, empezamos con la invitación a colaborar con nosotros y  a que sean voces activas en los procesos de acompañamiento, teniendo en cuenta los principios de participación plena. Además, si acordamos colaborar con una organización, es porque aceptamos su agenda, sus objetivos y resultados que pretenden conseguir.  

Por otra parte, nos encontramos cerca de los preceptos clásicos cuando reforzamos la idea que no hacemos parte de la organización y que nuestra intervención es limitada en alcance y/o en el tiempo. Además, nuestra actividad no se restringe a entender la organización en su situación actual, sino que tenemos la responsabilidad de usar nuestro conocimiento e influencia para ayudar la organización a alcanzar sus resultados en el futuro, aunque la responsabilidad de hacerlo sea siempre de la organización misma. Así, para poder hacer nuestra labor, también tenemos que hacer tangible aspectos que nos permitan mantener la distancia y objetividad y hacer uso de nuestra propia participación plena, que en algunos momentos exige comunicar que nuestra visión es diferente de la organización. En estos casos, lo primero que lo hacemos es presentar esa discrepancia, trayendo nuestra experiencia al servicio de la organización y empezando conjuntamente un proceso de toma de decisiones razonada para conseguir el camino más adecuado hacia los objetivos. 

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TAYARI LAB
Etnografía

 

Estamos haciendo un experimento: invitar a gente de diferentes disciplinas a escribir sobre ellas y qué conocimiento buscan. Esperamos que este experimento crezca y se convierta en una especie de residencia de escritores. Queremos traer perspectivas frescas, ayudar a conectar ideas y que disfrutéis estas lecturas diferentes.
Nuestro primer residente es Nicolás, un antropólogo, y este es su primer post:

El siglo XX fue testigo del nacimiento de diversas metodologías que las ciencias sociales utilizaron para explicar el comportamiento de los grupos humanos.

En un comienzo, la antropología se dedicó al estudio de “los otros”, todos aquellos que no eran considerados como poblaciones “civilizadas”, mientras que la sociología se encargó de estudiar la forma en la que se organizaba la sociedad occidental y los retos a los que se enfrentaba. Con el paso del tiempo ambas disciplinas empezaron a diversificar sus objetos de estudio, lo que, eventualmente, permitió que estos fueran compartidos por ambas disciplinas, y así mismo, fueron compartidos sus metodologías de investigación. Dentro de estas metodologías destaca la etnografía, piedra angular de las teorías antropológicas producidas en el siglo XX y ahora compartida con la sociología. 

La etnografía es una metodología que busca comprender los fenómenos sociales desde la perspectiva de quiénes lo viven de primera mano; esto implica que el investigador se comprometa a vivir en carne propia la cotidianidad del grupo investigado. En ese orden de ideas, el investigador estará sujeto a situaciones y problemas parecidos a los que viven sus sujetos de estudio, por lo que el conocimiento que obtenga será fruto de la experiencia. 

Uno de los primeros estudios etnográficos, fue el resultado de un infortunio. En el año 1914 el antropólogo de origen polaco Bronislaw Malinowki, terminó atrapado en las islas Trobriand (Papúa Nueva Guinea) cuando realizaba un trabajo de campo. El estallido de la primera guerra mundial hizo que el Imperio Británico prohibiera su salida de aquel lugar, ya que se consideraba que por ser polaco (en aquel momento austrohúngaro) podría ser un espía. Tal prohibición obligó a este antropólogo a pasar varios meses en esta isla, conviviendo con los lugareños. Al final de dicha estadía, pudo formular su teoría sobre el kula, a partir de la experiencia y las observaciones que llevó a cabo. 

Con el paso del tiempo, la etnografía se fue constituyendo como la piedra angular de la antropología social, ya que permitía a los investigadores tener un entendimiento profundo de las formas de ver el mundo de las “otras” culturas. Sin embargo, en la actualidad su importancia radica en que permite a los investigadores obtener tres tipos de comprensión sobre el día a día de los sujetos: El “qué”, el “por qué” y el “cómo es para ellos”. 

En primer lugar, el “qué”, se refiere a una descripción del suceso o fenómeno que está ocurriendo. En segundo lugar, el “por qué”, suele ser una explicación (o teorización) que explica cuáles son las causas del fenómeno ocurrido. En tercer lugar, y tal vez el más importante de todos, es el “cómo es para ellos”, ya que le permite al investigador, entender cómo es percibido el fenómeno ocurrido por las personas implicadas en él; así mismo, puede llevar a cabo un contraste en la forma en la que él como investigador entiende el problema, con la forma en la que los sujetos implicados lo entienden. 

La razón por la que me permito llamar a esta metodología de investigación “la joya de la corona” de la investigación cualitativa, es porque se erige como la herramienta más poderosa que tienen las ciencias sociales para explicar la vida cotidiana de las personas. En ese orden de ideas, es una herramienta que termina por dar cuenta de lo que ocurre a los sujetos en sus niveles de interacción más recurrentes. Así que el investigador puede emprender un recorrido que va desde una perspectiva micro, a una perspectiva macro, en busca de las respuestas a la pregunta ¿por qué las personas viven su día a día de la manera en la que lo hacen?

Nicolás Vallejo Morales

¿Y qué hacemos en la consultoría de transformación? 

Cuando llegamos a una organización porque tiene una necesidad en la que podemos ayudar, uno de los primeros pasos es conocer el “qué”, el “por qué” y el “cómo es para ellos”.

Nosotros, en Tayari, estamos interesados en la etnografía como metodología de investigación, ya que, una parte de nuestra labor se enfoca en los grupos humanos que componen las organizaciones que solicitan nuestra ayuda. Para poder brindar esta ayuda, llevamos a cabo un proceso de descubrimiento que se enfoca en observar, conversar y analizar. 

Teniendo en cuenta lo enunciado en el anterior artículo sobre la etnografía, nos damos cuenta de que hay un gran nivel de coincidencia, especialmente en dos puntos: Observar, en el cual nosotros nos involucramos y compartimos actividades con las personas de la organización para entender lo que ocurre en su cotidianidad. Conversar, en el cual hablamos con las personas para entender su visión de la realidad organizativa.

En el tercer punto,  Analizar, recogemos los datos recogidos en las dos actividades mencionadas y logramos ubicar el por qué de las necesidades de la organización, ofreciendo razones desde nuestra perspectiva que no son capaces de observar ellos mismos. 

Angela & Joserra

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