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TAYARI LAB
22.04.2021

Trabajo y hermenéutica

por: Nicolás Vallejo

 

Estamos haciendo un experimento: invitar a gente de diferentes disciplinas a escribir sobre ellas y qué conocimiento buscan. Esperamos que este experimento crezca y se convierta en una especie de residencia de escritores. Queremos traer perspectivas frescas, ayudar a conectar ideas y que disfrutéis estas lecturas diferentes.
Nuestro primer residente es Nicolás, un antropólogo, y este es ya su sexto post:

En esta entrega, me referiré nuevamente al tema del trabajo, pero lo abordaré desde una perspectiva diferente. Como podemos recordar, en la entrega pasada me referí a los postulados de Max Weber y Karl Marx al respecto del tema. En este caso, quisiera ahondar en la relación que existe entre la labor humana y la producción de símbolos. 

En este tomaré como punto de partida planteamientos del antropólogo Gilbert Durand. Para este antropólogo, la vida de los seres humanos se encuentra atravesada por diferentes símbolos que condensan significados que no pueden ser contenidos únicamente por las palabras. Sin embargo ¿cómo un objeto convencional llega a convertirse en un símbolo? Aquí es donde entra en escena el trabajo. 

El ser humano lleva miles de año trabajando y en este proceso ha utilizado un sin número de herramientas y objetos. Es precisamente, en la labor que lleva a cabo que se empiezan a producir los símbolos. Cuando para un sujeto el vaso deja de ser sólo un vaso y empieza a representar la contención de líquidos, este se convierte en un símbolo. 

Ahora la pregunta que podría seguir es ¿a mi de qué me sirve saber que el trabajo da lugar a los símbolos? En primer lugar, es importante resaltar que los símbolos son parte constitutiva de nuestra cotidianidad. En nuestra imaginación todo el tiempo estamos utilizando símbolos, cuando carecemos de las palabras necesarias para poder expresar una sensación, emoción o vivencia, con seguridad recurriremos a un símbolo para poder explicarnos a cabalidad; en otras palabras el símbolo es una herramienta de expresión. En ese orden de ideas, en nuestra actividad laboral diaria, al estarnos relacionando con ciertos objetos, vamos haciendo de estos objetos símbolos relacionados con significados específicos. De esta manera, podemos decir que en nuestro trabajo estamos construyendo los símbolos con los que explicamos nuestra vida, incluso a nosotros mismos. 

Lo que acabo de exponer podría llegar a parecer un poco confuso, sin embargo, con el siguiente ejemplo quedará mejor explicado. 

Durante un trabajo de campo con una comunidad indígena en el municipio de Sesquilé en Colombia, participé en un rito conocido como temazcal. Este rito consiste en ingresar en un habitáculo donde hay unas piedras a gran temperatura, sobre las que se vierten diversas infusiones con hierbas, con el fin de crear mucho vapor, el cual purificará el cuerpo (y la mente). Antes de iniciar el rito, estuve ayudando  las personas de la comunidad a limpiar la maleza que tenía un terreno. En el trabajo de limpiar la tierra, utilicé un machete para poder cortar las ramas de las hierbas que había que quitar. Ya en medio del ritual, mientras estaba en el proceso de depuración de mi mente, una de las personas que estaba en el habitáculo conmigo me preguntó cuál era el propósito con el que asistía al rito, a lo que yo respondí “quiero que el temazcal sea como el machete con el que limpié la tierra esta mañana, pero en mi mente”. 

El trabajo que realicé con el machete me permitió condensar en ese objeto el significado de la depuración. De igual forma sucede con los objetos con los que nos relacionamos en nuestro trabajo. 

Para finalizar esta entrada, quisiera llamar la atención sobre otro aspecto. Uno de los impactos de utilizar ciertos símbolos, tiene que ver con las relaciones con el otro. Por un lado, el más obvio, no todo el mundo va a dar el mismo significado exacto a los mismos símbolos, por lo que nunca estará de más ser explícito a la hora de hacer una interpretación simbólica con el fin de evitar mal entendidos. Por otro lado, hay que recordar que el significado que adquiere un símbolo proviene de la relación que una persona (o grupo de personas) tiene con ese objeto determinado. En ese orden de ideas, el trabajo que nosotros desempeñemos terminará por privilegiar ciertos significados y el uso de ciertos símbolos, lo que a su vez influirá en la forma en la que nos comportamos con los demás. Por esa razón me gustaría dejar al lector la pregunta abierta ¿con qué objetos se relaciona en su trabajo y cuáles de ellos se han convertido en símbolo para expresarse? ¿Qué tanto se está viendo reflejada la actitud y/o actividad que constituyen esos símbolos en su trato con los demás y con usted mismo?

Nicolás Vallejo

Mensaje de Tayari:

Este artículo hace parte de un experimento donde invitamos a personas de diferentes disciplinas a escribir sobre ellas y qué conocimiento buscan. Esperamos que este experimento crezca y se convierta en una especie de residencia de escritores. Queremos traer perspectivas frescas, ayudar a conectar ideas y que disfrutéis estas lecturas diferentes.

En nuestras organizaciones tenemos muchos símbolos que escenifican nuestras creencias y valores, y cada organización crea los suyos dependiendo de su cultura. ¿sabrías identificar alguno de ellos, que juegue un papel importante en tu empresa? Te esperamos en los comentarios.

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Castigo, deber, realización

por: Nicolás Vallejo

 

Estamos haciendo un experimento: invitar a gente de diferentes disciplinas a escribir sobre ellas y qué conocimiento buscan. Esperamos que este experimento crezca y se convierta en una especie de residencia de escritores. Queremos traer perspectivas frescas, ayudar a conectar ideas y que disfrutéis estas lecturas diferentes.
Nuestro primer residente es Nicolás, un antropólogo, y este es ya su quinto post:

Una de las mayores ventajas que tiene el ser humano como especie es su capacidad de llevar a cabo un trabajo organizado, planeado y con miras a objetivos concretos. Al ser una actividad fundamental en el funcionamiento de todas las agrupaciones humanas, ha sido un aspecto trabajado por varios científicos sociales de las más diversas corrientes y perspectivas. En el presente texto quisiera referirme a dos perspectivas clásicas sobre el trabajo, la primera propuesta por Karl Marx y la segunda de ellas, propuesta por Max Weber. 

Karl Marx es ampliamente conocido por la influencia que tuvo en la formulación de las teorías comunistas, así como por ser uno de los pilares de la sociología. Sin el ánimo de referirme a su pensamiento político quiero rescatar una idea general de sus obras: Las condiciones materiales en las que viven las sociedades, determinan su ideología y su política. Sin embargo, como veremos más adelante, no sólo se trata de aspectos tan “grandes” de la sociedad, ya que para Marx todos estos aspectos se ven reflejados en el día a día de los sujetos que las componen. 

Cuando Marx se refiere al trabajo lo entiende como el conjunto de procesos mediante los que se transforma la naturaleza para dar lugar a los bienes que consume la sociedad. Para el alemán, el trabajo tiene juega un papel fundamental en la vida de los sujetos, ya que es a través de él que los humanos conquistan su espacio y el respeto de los demás y hacia sí mismo. Además, y en esto quiero poner el énfasis, este le da al sujeto una motivación al sujeto que lo debe llevar a su autorrealización. Sin embargo, también cree que el trabajador ha sido separado de su labor y por lo tanto pierde el rumbo de su vida, ajustándose así, a los objetivos que otros crean para él (religión, política, economía). 

En cuanto a la teoría de Max Weber, me gustaría referirme a los elementos que postula en su obra La ética protestante y el espíritu del capitalismo. En este texto, Weber hace una descripción de los pilares del pensamiento calvinista y establece una relación entre estos y la generación de riqueza. Para sustentar su idea, Weber hace un paralelo entre dos concepciones sobre el trabajo la “concepción católica” y la “concepción protestante”. Según él, la visión católica se sostiene en la imagen de la expulsión de la humanidad del edén; así pues, el trabajo será entendido como un castigo producto de la desobediencia de Adán y Eva. 

Por otra parte, para el sociólogo alemán, el protestantismo se basa en una visión que concibe al trabajo no como medio, sino casi como un fin en sí mismo. Esta forma de concebirlo tiene que ver con la idea de que la bendición de dios se expresa en la riqueza, en ese orden de ideas, el enriquecimiento es una señal de la salvación eterna. Simplificando -en gran medida- el pensamiento del sociólogo alemán, el trabajo para los católicos es un castigo mientras que para los protestantes es un deber que se verá reflejado en la salvación. 

Como ya lo había mencionado en párrafos anteriores, no es mi intención entrar en discusiones políticas y mucho menos religiosas. Por el contrario, creo que es importante tener las anteriores concepciones en mente a la hora de hacer nuestros análisis en la actualidad. Nuestra cotidianidad está atravesada por la labor que hacemos, lo que nos debería llevar a pensar ¿qué entendemos nosotros sobre nuestro trabajo?

Quisiera plantear unas preguntas para la reflexión de cada uno de los lectores ¿cómo estamos entendiendo el trabajo que hacemos todos los días? ¿para nosotros es un castigo o un deber? ¿sentimos que a través de él me estoy realizando como persona? Considero que no soy la persona adecuada para responder a estas preguntas, aún así, en siguientes entregas me referiré a otras concepciones sobre el tema, ya que al revisar otras formas de entenderlo, cada quién tendrá la posibilidad de obtener sus propias respuestas. 

Nicolás Vallejo

Mensaje de Tayari: 

Este artículo hace parte de un experimento donde invitamos a personas de diferentes disciplinas a escribir sobre ellas y qué conocimiento buscan. Esperamos que este experimento crezca y se convierta en una especie de residencia de escritores. Queremos traer perspectivas frescas, ayudar a conectar ideas y que disfrutéis estas lecturas diferentes.

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Estamos haciendo un experimento: invitar a gente de diferentes disciplinas a escribir sobre ellas y qué conocimiento buscan. Esperamos que este experimento crezca y se convierta en una especie de residencia de escritores. Queremos traer perspectivas frescas, ayudar a conectar ideas y que disfrutéis estas lecturas diferentes.
Nuestro primer residente es Nicolás, un antropólogo, y este es ya su cuarto post:

 

Los siglos XVII y XVIII trajeron consigo cambios muy importantes en la forma en la que occidente concebía el mundo. Los avances técnicos y metodológicos del pensamiento europeo, dieron lugar a la ciencia que hoy conocemos. Figuras como Isaac Newton, Rene Descartes, Galileo Galilei, etcétera, se convertirían en el símbolo de una era marcada por el uso de la razón como forma unívoca de entender el mundo. Así mismo, las ideas surgidas en este momento serían una clave importante para el fin de los absolutismos monárquicos y para la independencia de América. 

Con la caída del absolutismo, también aparecía el liberalismo. Esta corriente, que promueve las libertades individuales, así como la libertad de propiedad privada, fue un cimiento muy importante para la constitución de los estados-nación modernos y la división de los poderes. 

Este sistema de pensamiento moderno crea diversos relatos, sin embargo todos tienen algo en común: la idea del individuo omnipotente. Los discursos que han surgido desde los siglos XVI y XVII parecen girar en torno a héroes (o villanos) que, por sí mismos, lideran los cambios, las transformaciones, etcétera. Un ejemplo, es que cuando alguien nos habla en la revolución Francesa, seguramente pensaremos en Jean Jaques Rousseau o cuando nos hablan  de la revolución industrial pensaremos en, Thomas Alva Edison. 

Si bien es cierto, han pasado ya varios siglos desde la aparición de las ideas mencionadas, en el presente continúan teniendo un impacto muy importante en la forma en la que percibimos el mundo. Contemplar un mundo en el que nuestra cotidianidad esté separada de la tecnología, que ha sido producto de la ciencia, parece impensable. De la misma forma, imaginar un mundo sin propiedad privada, parece cada vez un escenario más lejano, especialmente desde la caída del muro de Berlín. 

Esta forma de pensar, basada en la competencia individual conllevó a un resquebrajamiento de las redes comunitarias que se basan en el bienestar de la comunidad, para privilegiar el desarrollo individual incentivado por las ganancias económicas. Sin embargo, con el pasar de los días del siglo XXI, esta idea de los individuos creando por sí solos ha ido menguando a un paso lento, pero seguro. Los grandes libros que se refieran al pensamiento de un físico, un matemático, un filósofo o un sociólogo están lentamente siendo remplazados por revistas científicas que contiene el pensamiento de varios de ellos. El discurso del “héroe”, está empezando a ser remplazado por el relato de las agencias, centros de investigación, compañías y empresas. 

En este momento en el que el individuo empieza a dejar de estar en el centro nuevamente, parecería que existe una esperanza para la reconstrucción de los lazos de solidaridad y de cooperación que se habían ido quebrando a lo largo de los últimos siglos. De cualquier manera, este escenario está lejos de ser ideal, por lo que me surgen las siguientes preguntas ¿cómo se puede aprovechar este nuevo comportamiento de la sociedad para la reconstitución de los lazos comunitarios? ¿cómo evitar que los sujetos se conviertan en simples recursos? 

Siguiendo la línea de anteriores artículos, considero que la respuesta se encuentra en el pensamiento comunitario. Es importante preocuparse por las necesidades de las personas que nos rodean, ya que desde el conocimiento de sus circunstancias se puede pensar en la generación de redes de cooperación que permitan el beneficio de la sociedad en general. A modo personal, considero que en este momento la sociedad occidental camina por una delgada línea. Este es el momento para recuperar la consciencia de comunidad y de vencer la soledad moral a la que se refería Erich Fromm, que nace del individualismo moderno y que nos arrastra a los totalitarismos ciegos. 

Mensaje de Tayari: 

Este artículo hace parte de un experimento donde invitamos a personas de diferentes disciplinas a escribir sobre ellas y qué conocimiento buscan. Esperamos que este experimento crezca y se convierta en una especie de residencia de escritores. Queremos traer perspectivas frescas, ayudar a conectar ideas y que disfrutéis estas lecturas diferentes.

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