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TAYARI LAB
02.03.2021

Ética en la etnografía

por: Nicolás Vallejo
Photo by Jakob Owens on Unsplash

 

Estamos haciendo un experimento: invitar a gente de diferentes disciplinas a escribir sobre ellas y qué conocimiento buscan. Esperamos que este experimento crezca y se convierta en una especie de residencia de escritores. Queremos traer perspectivas frescas, ayudar a conectar ideas y que disfrutéis estas lecturas diferentes.
Nuestro primer residente es Nicolás, un antropólogo, y este es ya su tercer post:

La etnografía es una de las metodologías cualitativas más potentes, ya que permite total cercanía con el objeto de estudio.

Esto mismo, plantea una serie de interrogantes sobre el proceder ético que debe tener cualquier profesional que utilice este método. Es por esto, que en este texto me propongo a discutir sobre los principios éticos que dan lugar a las formas de usar esta metodología, así como los comportamientos que deben ser evitados.

Un buen punto de partida para pensar en los comportamientos que deben ser evitados al hacer etnografía, es la teoría del antropólogo Eduardo Restrepo. Él identifica tres formas poco éticas de usar esta metodología que se traducen en tres tipos de mal etnógrafo.

En primer lugar, el Etnógrafo asaltante, se caracteriza por sólo pensar en su investigación, en detrimento de las personas con las que la lleva a cabo. Esto ocurre porque este tipo de investigadores no ve a los sujetos con los que trabaja, sino como fuentes de información. El segundo tipo, muy parecido al primero, es el Etnógrafo extractivista. Este último, también percibe a los sujetos con los que trabaja como medios, por lo que busca sacar la información a como de lugar y lo más rápidamente posible. El tercer tipo de investigador que identifica Restrepo, es el Etnógrafo indiferente el cual siempre está pensando en problemas desconectados del contexto de sus sujetos de estudio y sólo busca información para sustentar teorías que sólo son de su beneficio personal.

Los patrones descritos anteriormente, no sólo se pueden encontrar en la etnografía, sino en todos los tipos de metodología y tienen un rasgo en común: La percepción de las personas como medios y no como fines en sí mismos. De la mano de mis anteriores artículos en este medio, me gustaría recalcar nuevamente en la importancia que tiene el funcionamiento en comunidad en cualquier tipo de grupo social. En ese orden de ideas, la labor de un etnógrafo debe pasar por entender cuál es el contexto del grupo a estudiar, cuáles son sus necesidades y su rol con respecto a otros grupos con los que interactúa o grupos más grandes que lo engloban. Además, en condiciones normales, es ideal que la labor etnográfica represente un beneficio para la comunidad que está siendo investigada.

Este último punto me lleva a postular algunos principios éticos que deben regir cualquier investigación etnográfica. Para empezar, se encuentra el principio de beneficencia, ya mencionado en el párrafo anterior, que consiste en hacer el bien al otro (en este caso, las personas que estoy estudiando). También se debe tener en cuenta el principio de no maleficencia, el cual consiste en evitar cualquier daño o perjuicio hacia las personas que se están investigando. Por último, se encuentra el principio de autonomía. En muchos casos el investigador se puede ver sometido a presiones de terceros, incluso de las personas, instituciones o entidades que financien su investigación; en todo caso, el etnógrafo debe mantenerse fiel a los resultados arrojados por su estudio. Estos principios no sólo se deben tener en cuenta a la hora de llevar a cabo el trabajo de campo, sino desde el planteamiento de la investigación, ya que en este punto se pueden cometer o evitar errores que podrían causar un sinnúmero de dilemas adicionales.

La labor del etnógrafo es una tarea que lo llevará a enfrentarse a dilemas morales a menudo. Es por esto, que siempre se deben tener en cuenta unas pautas mínimas que sirvan de guía para enfrentarse a la infinidad de circunstancias que se pueden presentar durante el proceso investigativo. Sin embargo, la contingencia propia de cualquier trabajo de campo, termina obligando al investigador a confiar en sus habilidades, su pericia y su experiencia. El equilibro entre conocimiento del oficio, entendimiento del contexto y principios éticos sólidos, son claves de gran importancia en la maestría de quiénes se dedican a realizar etnografías.

Nicolás Vallejo

¿Y qué hacemos en la consultoría?

Por paralelismo, ¿Podríamos establecer los perfiles de consultor asaltante, consultor extractivista, y consultor indiferente? Sin duda que los hemos visto en las diferentes transformaciones ágiles que hemos participado, y quién sabe, si alguna vez incluso nosotros hemos adoptado algunos de esos roles.

El consultor asaltante y extractivista es un caso muy común, dónde se centra en utilizar a las personas como medio para poder hacer su trabajo, sin darse cuenta o pensar además en el impacto de la consultoría en el futuro de esas personas. Consultoría de PowerPoint que se centra en la extracción y análisis para después dar por cumplida su misión sin mirar atrás en el impacto producido.

El consultor indiferente es un pecado más venial. Qué placer investigar modelos, hacer teorías, sustentar razonamientos previamente planteados en nuestra cabeza sin datos. Si esto no se sostiene en el tiempo puede ser hasta una fuente de creatividad, de perspectivas, pero corremos el riesgo de alejarnos de la realidad y no tener impacto en la transformación organizacional.

Al aprender y tomar conciencia de otras disciplinas, podemos reflexionar sobre el componente ético y de experiencia que debemos reforzar en cualquier colaboración de consultoría con nuestro clientes.

Angela & Joserra

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